Cada vez que recuerdo los meses de verano que estuve en Dublín como babysitter, no puedo evitar que me salga una sonrisa. Aunque es verdad que al principio estaba algo aterrada, era la primera vez que me iba totalmente por mi cuenta fuera de España y con poco inglés, sólo había reservado el hostal donde me quedaría al menos por dos semanas y había encontrado una academia de inglés.
Los dos primeros días me vine un poco abajo porque ya me imaginaba sola todo el verano. Sólo era el fin de semana y tenía que dejarlo todo listo y pasarme por la academia a confirmar que empezaría el lunes. Así que aproveché el finde para descansar.
Como vi que iba a tener muchas horas libres después de las clases, pensé que podía buscar algo de aupair, pero todas las familias buscaban a alguien que viviera con ellos. Además, ninguna quería una aupair para sólo 3 meses o sólo unas horas. Así que aproveché para preguntar en el hostal donde estaba si podían recomendarme alguna web para buscar algo suelto por horas. Mi sorpresa fue que la chica me dijo que tenía una amiga que necesitaba a alguien, simplemente sería cuidar a su niña unas horas después del cole, jugar con ella, darle la cena y algún día recogerla.
Era genial porque podía empezar el mismo lunes, por la mañana iba a inglés y por la tarde cuidaba a la niña, así que podría mejorar mi inglés y tener un dinerito para no tirar mucho de los ahorros.
Después de una semana ya se me fueron los nervios y estaba muy contenta. Estaba quedando con algunas compañeras de clase y por la tarde entre semana cuidaba a la niña que era un amor, al igual que la familia.
Al terminar el primer mes, una compañera nos dijo que ella estaba de aupair y su familia buscaba a alguien para hacer algunas horas los sábados. Ella no quería porque acababa muy cansada, así que sin duda le dijo que yo quería. Me iba genial para seguir juntando un dinerillo y para poder seguir practicando inglés.
Sin duda, estaba teniendo un verano genial. Salíamos a tomar algo entre los compañeros, hacíamos algunas excursiones para conocer Dublín y los alrededores. Fuimos a «Cliff´s of Moher», a Galway, etc. Sin duda ir a Irlanda fue una de las mejores decisiones. Claro que tenía miedo al principio y, sobre todo, los primeros días al no conocer a nadie, hablar otro idioma, no conocer la ciudad, etc. Al poco tiempo te das cuenta que todos están como tú, en tu misma situación y enseguida encuentras gente con quien pasarlo bien.
Además, las dos pequeñas experiencias de cuidar a los niños fue genial porque veíamos dibujos en inglés, los niños no paraban de hablar y estás todo el día en contacto con el idioma.
Cuidar niños por horas es otra buena experiencia que te puede ayudar a integrarte más y sobre todo a ganar soltura y perder la vergüenza.