¿Sabes de esto que llega el ecuador de la carrera que cursas en la universidad y dices: “mierda, el inglés”? Pues así, de un pronto, comencé mi experiencia en Bristol. Siempre había sido de los malos en inglés en clase. De los que no se leían los cuentos de Edgar Allan Poe en el instituto para hacer el “examen de lecturas” famoso que luego contaba un maravilloso 30% de la evaluación final. Pero lo que no me habían contado es que podía aprender inglés de otra manera, que podía vivirlo. Así que decidí emprender la que sería la mejor aventura de mi vida y salir al extranjero.
Cuando acabé mis prácticas en un periódico decidí que mi aventura había acabado en Madrid. Al menos por el momento. Había acabado para mí y para mis compañeros de máquina de café en la segunda planta de la redacción del ABC. Así que sí, los tres nos liamos la manta, sacamos tres billetes de EasyJet y… ¿destino? Bristol.
Salir de la zona de confort y aprender inglés por un embudo
Tengo la teoría de que un 60% del inglés se aprende aproximadamente en las dos primeras semanas en un nuevo país. Comenzar una nueva vida como trabajador en otro país requiere de una serie de trámites que, aunque no son difíciles, requieren un plus de energía en otro idioma al que no estábamos acostumbrados, salir de la zona de confort. Y sí, aprenderás palabras y expresiones que tirarán por tierra mucho de lo que habías aprendido hasta ahora. Y eso, sinceramente, tiene bastante de bonito. Porque tú te lo has guisado, ¡y tú te lo comes! Ahí tienes tu resultado y te sientes igual de orgulloso que si hubieses levantado tu nueva casa ladrillo a ladrillo con tus propias manos.
Conocerás al señor Lloyds Bank, a los majos de los Job Center Plus que te hablarán sobre sus vacaciones en España mientras gestionan tu número de la seguridad social en Reino Unido, encontrarás tu nuevo supermercado de confianza, comenzarás a descubrir nuevos productos, nuevas rutas de pubs más allá de Malasaña, etc. Llámame loco, pero esto tiene algo de bonito.
Llegó el momento de trabajar
Encontré trabajo muy rápido, cuestión de una semana y media. Ahora llegaba el momento de la verdad. Tenías que poner tu inglés a prueba y de cara al público. Y eso, amigo, es EL MOMENTO. Sin embargo, fue increíble. No había ningún español en el equipo del restaurante, y eso me forzó a hablar cada vez más el inglés. Hasta el punto en el que ya comienzas a pensar en inglés. Aprendes el menú, nuevas palabras y te enfrentas al público.
Comenzar en un restaurante fue, sin duda, la mejor experiencia para aprender inglés. Al poco cogí tanta soltura que pronto se sucedieron mis dos ascensos en el restaurante. Porque si algo es Reino Unido, es un país de compensa rápidamente todo mérito. Tanta confianza cogí que aprovechaba los lunes que llegaban buses desde asilos de ancianos al centro comercial para sentarme con ellos, practicar el ‘Álvaro polite’ y ofrecerme en todo lo que pudiera para ayudarles y que me contagiaran con su acento y una buena conversación. Sin duda, era de los mejores momentos.
Todas las nacionalidades, una lengua común
Lo mejor de salir al extranjero es la cantidad de nacionalidades que puedes encontrar. Todos nos comunicábamos en inglés. Era increíble ver cómo aprendías cosas de media parte del mundo sólo en inglés. Cómo el muro del lenguaje caía de repente y el mundo se te abría de par en par, y en boca de sus propios protagonistas. Aprendí sobre Portugal, Italia, Reino Unido, Tailandia, Japón, etc. Y ellos, por supuesto, aprendieron de la cultura española con mi increíble tortilla de patatas.
Aprendí a hacer mi vida con ellos, y ellos me enseñaron a caminar por cada aspecto de una rutina diaria en inglés. Y ese es el mayor regalo que me podía llevar de allí. Si quieres aprender aquí, sin duda debes forzarte y sumergirte en su cultura para sacar lo mejor de ella. Grandes lecciones me he llevado de los propios británicos. Eso y grandes amistades y despedidas que durarán para siempre.
Y viajes, muchos viajes: Londres, Bath, Cardiff, Liverpool, Manchester, Glouchester, etc. Todos ellos por menos de 10 libras o 15 libras ida y vuelta.
Un libro nunca sobra
Bien es verdad que no realicé ningún curso de inglés en el extranjero, aunque por motivos muy diferentes. Sin duda es una de las mejores opciones, al menos durante las primeras semanas para tener una toma de contacto completa. Todas las experiencias que puedas tener en tu tiempo libre con amigos son la mejor lección de inglés que puedas aprender pero, sin embargo, reforzar con un buen profesor o academia la gramática y demás, nunca está de más y te ayudará, sin duda, a completar tu conocimiento al máximo.
Sin embargo yo realicé un curso intensivo en mi ciudad en España que me ayudó a tomar contacto y de ahí a Bristol directamente. Pero lo que me ayudó verdaderamente fue leer libros en inglés. Sí amigos, por fin me acabé los cuentos de Edgar Alan Poe. Lástima que no pude salvar ya la evaluación con 6 años de retraso. Sin embargo me llevé el regalo de autores que marcarán el resto de mi vida como Paul Auster y que me metieron, sin billete de vuelta, en el maravilloso mundo de la literatura anglosajona.
Así que, amigos, salid a buscar tu propia experiencia ahí fuera. Existe y no es utópica. Acaba con las cajas de cuatro lados y construye la tuya propia viviendo la aventura.