El verano de 2017 empaqueté toda mi ropa de playa y me fui a una masía sarda a trabajar como aupair. Irme de aupair era lejos de mis mañanas de trabajo y las tardes de piscina; de las fiestas y festivales estivales, tan españoles; y de mi familia y de sus vacaciones.
Está claro que aceptar un trabajo temporal lejos de casa es una decisión más fácil que irse a la aventura en búsqueda de trabajo pero, aún así, es una experiencia muy enriquecedora que no olvidaré nunca. Sobre todo, por cuánto me ha aportado.
Tiempo para mí
Sí, parece una chorrada, lo sé, pero no lo es para nada. Nos hemos acostumbrado a vivir con diez mil obligaciones que no nos permiten sentarnos un ratito y escucharnos. Y, mientras nos escuchamos, reflexionar sobre nuestros sueños, nuestro futuro, nuestro presente, nuestros sentimientos y emociones…
Coincido con otras aupairs en esta afirmación. Lejos de las convenciones sociales y obligaciones puedes invertir tu tiempo y energía en cuestionar tu vida, tu forma de ser, para mejorarte y crecer. Y, lo mejor de todo es que, una vez experimentas este regalo, ya no puedes vivir sin concederte tiempo.
Un viaje de 3 meses
¡Como lo oyes! Una estancia aupair es un viaje en toda su duración. Por una parte, la familia intentará enseñarte su tierra y te hará amarla. Por otra, con tus amig@s o sola, seguro que vas en búsqueda de lugares interesantes. Y, como será en un sitio donde nunca has estado, cada segundo será una aventura. Vivir otro país, está claro, es una oportunidad óptima para conocerlo hasta el último rincón pero, hacerlo como aupair, te ofrece la posibilidad de viajar sin tocar tus ahorros puesto que, con el pocketmoney, tendrás suficiente seguramente. Yo, en mi estancia en Cerdeña, he recorrido toda la isla sin atracar mi cuenta.
Valorar más a mi familia
La distancia ayuda a cambiar tu perspectiva y esto favorece que, pienses mucho en tu familia. Irte y ver otras formas de crear una familia te ayuda a entender la tuya, a recordar tu infancia y hechos felices, a reconocer los valores de los tuyos y, cómo no, a añorarla y hacer vuestros lazos más fuertes ya que van a tener que superar la distancia.
Nuevas amigas
Conocerás otras personas de otros sitios que te mostrarán otras formas de ver la vida y, además, te ofrecerán su casa. Es precioso conectar con gente con la cual apenas tienes más cosas en común que ser aupair en otro país.
Te ganas a tí misma
He escuchado más de una aupair decir que cuando empezó, era otra. Refiriéndose a que su forma de mirar el mundo ha cambiado. En esta experiencia ganas paciencia y serenidad. Se acaban las prisas. Te empoderas y sacas fuerza para aceptar las adversidades. La resolución de problemas se agudiza y se frena la impulsividad egoísta. Y, a su vez, aparece el optimismo, que sabe exprimir las cosas buenas de cualquier momento.
Y si te ha sabido poco, vete de aupair, ¡y aumenta la lista!