Edimburgo es una ciudad increíble durante el día: Jardines siempre verdes, Princes Street para pasear e ir de compras, el Castillo que vela por los ciudadanos desde lo alto, pubs y cafeterías a cada paso, gaiteros tocando en plazas…Mientras la luz dura, la capital de Escocia es un lugar lleno de vida. Y por la noche, de fantasmas. Perfecto escenario para Halloween.
Esta ciudad se considera una de las más encantadas del mundo y donde más fenómenos paranormales se han registrado. En sus callejones grises y húmedos – conocidos como closes – han surgido decenas de leyendas oscuras. En este artículo encontrarás sólo unas pocas, ¡pero hay tantas que se necesitarían varias noches para contarlas todas!
Mary King’s Close
Hablar de este callejón subterráneo es hablar de la infame Peste Negra. Se dice que, en 1644, para evitar que la temida enfermedad se propagase, se encerró a los enfermos de Edimburgo en este close, tapiándolo para que nadie pudiese salir. Los fantasmas de los que allí murieron siguen recorriendo el lugar; entre ellos una niña llamada Annie, a la que los visitantes suelen dejar regalos en forma de juguetes y peluches.
La realidad es que, aunque a los afectados por la peste sí los pusieron en cuarentena, nunca se les dejó abandonados a su suerte hasta morir, si no se que les pasaban provisiones con regularidad y un médico iba a visitarlos una vez por semana.
Aún así, eso no ha impedido que Mary King’s Close sea considerado un lugar famoso en el mundo de lo paranormal y unas de las atracciones más exitosas de la ciudad.
El poltergeist del cementerio de Greyfriars
Greyfriars es conocido por los habitantes de Edimburgo como el lugar de descanso del perro Bobby, que permaneció junto a la tumba de su dueño durante catorce años, hasta su muerte. Sin embargo, también es el hogar del poltergeist de Lord Mackenzie. Este lord fue el encargado de condenar a los superviviente de una fallida rebelión contra el rey Carlos II.
Lord Mackenzie encerró a miles de prisioneros en un área del cementerio y durante meses los sometió a privaciones, torturas y ejecuciones. Cuando Mackenzie murió años más tarde, en 1691, lo enterraron en un mausoleo a pocos metros de donde sus víctimas habían perecido.
En 1998 un mendigo entró en el mausoleo buscando un lugar donde pasar la noche y, después de un rato, por razones que aún se desconocen, empezó a abrir los ataúdes. Cuando abrió aquel en el que se encontraba el cuerpo de Mackenzie, el suelo cedió bajó sus pies y cayó encima de un montón de cuerpos de víctimas de la peste.
El vagabundo salió despavorido de allí y, desde entonces, se han reportado cientos de casos de ataques y actividades insólitas en el mausoleo. Mucha gente dice haber sufrido golpes o tirones de pelo a manos de una fuerza invisible, mientras que otros hablan de ruidos de pasos y gritos. Historia perfecta para Halloween, ¿no?
En caso de ser verdaderamente Mackenzie el causante de toda esta violencia fantasmal, tampoco sería de extrañar: ¿Cómo reaccionaríamos nosotros si nos hubiesen despertado de una siesta de más trescientos años?
El diácono Brodie
William Brodie era un ciudadano ejemplar, un miembro del Consejo Municipal que se relacionaba con la alta burguesía de la época y con artistas como el poeta Robert Burns. Estos contactos le eran especialmente beneficiosos para su negocio, ya que como fabricante de cajas fuertes, la clase pudiente de Edimburgo era una fuente importante de clientes.
Y para su segundo trabajo como ladrón de esas mismas cajas fuertes que él había diseñado e instalado, aquello no podía ser más conveniente.
Vecino modelo de día, criminal de noche. Brodie se dedicó a robar a sus clientes durante años, hasta que uno de sus planes salió mal y capturaron a uno de sus secuaces, que cantó a cambio del indulto. El “diácono” fue condenado junto con otro de sus cómplices a la horca y fue irónicamente colgado en un patíbulo que él mismo había ayudado a concebir.
La dualidad de su carácter, el hecho de que un hombre públicamente honrado y recto escondiese a un criminal que abusaba de la confianza que sus clientes habían depositado en él inspiró al escritor Robert Louis Stevenson para crear una de las obras más famosas de la literatura gótica: Doctor Jekyll y Mr. Hyde.
Aún se quedan en el tintero historias como la Mary Medio-Colgada, los fantasmas del Castillo y los asesinatos de Burke&Hare, entre muchas otras. Si eres un fan del misterio, los crímenes y el terror, en Edimburgo te lo pasarás de miedo.