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En 2017, pasé cuatro meses en una experiencia de voluntariado que realmente abrió mis ojos al sufrimiento de otros en este mundo. No tuve que ir tan lejos como los países africanos afectados por el hambre o partes dañadas de la selva amazónica. Mi experiencia de voluntariado fue justo a la puerta de Europa.
MI VIAJE DE VOLUNTARIADO
Dejé Irlanda en enero en una misión para viajar por Europa y ser voluntario con los refugiados. Desde entonces me he ofrecido voluntariamente en Francia, Serbia y Grecia. La crisis de los refugiados en Europa había sido bien documentada y yo había visto imágenes de bebés ahogados, niños aterrorizados, mujeres que lloraban y hombres mal golpeados a la deriva en los principales medios de comunicación y en las noticias de vez en cuando. Yo no estaba seguro de si era una tapadera o cuál era la realidad, pero iba a averiguarlo.
Calais fue el primer puerto de escala y luego me mudé a Francia entregando ropa, mantas y comida. Aprendí más sobre la crisis y leí sobre lo que sucedía en Europa. Pronto me di cuenta de que la ayuda era más necesaria en Belgrado, Serbia, y por eso empaqué mis maletas y subí a un avión.
VOLUNTARIADO EN LOS CUARTELES
El mes que he dedicado a ser voluntario en Serbia fue la experiencia que más impactó en mi vida. En otros países de Europa, la gente realmente luchaba. Aún estando atascados, derrotados. En Serbia, sin embargo, era lo más parecido a lo desesperado que se podía imaginar. Yo estaba enseñando inglés a algunos de los refugiados que vivían en el famoso campamento de Belgrado, ‘Los cuarteles’. Son los hombres que vivían en los cuarteles y las condiciones en que viven son horrendas.
Los barracones son cuarteles del ejército en desuso con poca protección contra el frío o el viento. No tienen aseos ni agua corriente. Los menores sin familias viven entre los residentes y hay poco apoyo disponible. Sin embargo, lo que más noté fue la increíble bondad y generosidad de los hombres que vivían en los cuarteles. Hablé con personas que han sobrevivido a traumas y han experimentado horrores desconocidos. Viven en condiciones miserables y están atrapados en una especie de limbo desde que la UE les cerró sus fronteras. De alguna manera, sin embargo, estos hombres mantienen una especie de dignidad.
MI EXPERIENCIA DE VOLUNTARIADO
Mis días se dedicaron a enseñar a diferentes grupos; Muchachas afganas decididas que querían discutir la política y la religión; Hombres suaves y tranquilos que sólo querían leer; Aventureros que estaban convencidos de que la próxima vez que trataran de cruzar la frontera, lo lograrían. Ellos nunca rechazaron un no, una paliza, una muerte.
De los cuatro meses que he dedicado a trabajar como voluntario, los Cuarteles estarán siempre conmigo y siempre recordarán que la humanidad se puede encontrar en las pequeñas cosas, como la oferta de una taza de té en un edificio abandonado. Me recordó que el arma más fuerte contra la adversidad es la esperanza y me enseñó que, maestro o sin maestro, todos tenemos algo que aprender unos de otros.