La Navidad en Edimburgo empieza poco a poco, a principios de noviembre. Primero, son las luces en las calles. Después, aparecen las guirnaldas en las ventanas. Tras eso, decenas de jerseys horrorosos van apilándose en las estanterías de las tiendas de ropa. Y cuando finalmente Mariah Carey sustituye a Taylor Swift en la radio, sabes que ha llegado.
La Navidad ya está aquí. Y si eres uno de tantos que no va a poder pasar las fiestas en casa y te vas a tener que conformar con la preciosa ciudad de Edimburgo, te ofrecemos unas cuántas ideas para que no te aburras ni un solo día de la época más nostálgica, empalagosa y feliz del año.
1. Visitar la feria de Navidad
Se instala a mediados de noviembre junto a la estación de Waverley y no abandona la ciudad hasta el 6 de enero, convirtiéndose años tras años en el evento navideño más importante de Edimburgo. Mercadillos de artesanía, puestos de comida y atracciones, entre las que se encuentra una increíble noria de 42 metros de alto, convergen en el extremo de los jardines de Princes en una fiesta de gente, sonidos y color que da para varias horas de diversión.
Si tienes cuenta de Instagram, la silueta de las atracciones de la feria de Navidad contra el cielo nocturno es una foto casi obligada.
2. Patinar en la pista de hielo de St Andrews Square
Compartir un rato patinando con tus amigos en esta pista que rodea el monumento a Henry Dundas es un clásico de la navidad edimburguesa. De hecho, la pista es tan popular que sólo se permite patinar en tramos de media hora. Para hacerlo, tienes que reservar con antelación, por sólo cinco libras (patines incluidos).
Aunque no sepas cómo funcionan unos patines y tengas que ir agarrado a la barandilla, aunque te pegues cien topetazos, ir a patinar sobre hielo es una apuesta segura para pasar un rato que tardarás muchas navidades en olvidar.
3. Ver el árbol de Navidad de Jenners
Si en Londres pensar en grandes almacenes de lujo es pensar en Harrods, en Edimburgo pasa lo mismo con Jenners. Este establecimiento decimonónico es sinónimo de calidad y distinción entre la gente de la ciudad y el edificio que lo alberga está catalogado como un monumento de clase A (es decir, que tiene importancia nacional e internacional).
Es por ello que su forma de celebrar la Navidad no puede ser si no espectacular también: Cada año, Jenners adorna su planta central con un enorme árbol de Navidad iluminado que se eleva hasta casi el techo del edificio. Ir a visitarlo es una tradición incluso para gente que reside fuera de la región.
Y si te entra hambre mientras estás allí, siempre puedes subir al restaurante de la segunda planta, donde podrás disfrutar de unas bonitas vistas al castillo de Edimburgo.
4. Celebrar el Hogmanay
Puede que te suene a chino, pero en realidad es gaélico. Hogmanay no es otra cosa que la celebración escocesa de la Nochevieja y que dura tres días llenos de conciertos, fiestas callejeras y desfiles.
El Hogmanay comienza el 30 de diciembre, cuando cientos de personas se reúnen en la Royal Mile con antorchas (cuesta 13 libras alquilarlas. Si quieres participar aún sin una, tienes que pagar 3 libras) y desfilan hasta el parque de Holyrood acompañados del ritmo de los tambores. Una vez allí, la procesión concluye con un increíble espectáculo de fuegos artificiales que se puede ver desde varios puntos de la ciudad y que año tras año deja a visitantes y habitantes por igual con la boca completamente abierta.
Al día siguiente, puedes ir a la Street Party (previo pago de 26 libras) que se celebra en Princes Street. Esa noche, la avenida es cerrada al público y se convierte en escenario de conciertos, con bares, pantallas gigantes y muchas, muchas risas.
5. Ver una pantomima
Coge un cuento tradicional para toda la familia, como La Cenicienta o Aladino. Incluye en él todos los gags, bromas físicas, canciones y actores haciendo cross-dressing que puedas pensar y tendrás una pantomima, un género de teatro muy apreciado en Reino Unido y cuya representación es tradicional en Navidad.
Aunque la idea de ver un espectáculo “para todos los públicos” puede que no te llame la atención, las pantomimas británicas animan a la participación del público, están plagadas de dobles sentidos y guiños a los más adultos y son tan absurdamente divertidas que incluso sin niños a los que acompañar podrás pasártelo de maravilla si decides ver una. ¿Te animas?