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Era invierno, en un pequeño bar en la enorme ciudad de Londres. Parecía que nuestro destino, incluso si suena a cliché, estaba ahí. Un cruce de miradas, un par de sonrisas y … la llama del amor empezó a arder. Ella era española, y yo también. ¿Cómo coincidimos en ese momento en aquel lugar? La respuesta, en ese momento, sólo la conocía el amor de Cupido.
Recuerdo que esa noche me acosté con mariposas en el estómago. Llegué a casa con un buen amigo y le dije que esa chica era diferente, tenía una buena sensación. Al día siguiente, hablamos de nuevo y decidimos reunirnos para tomar algo en Shepherd’s Bush, la cerveza se extendió más de lo esperado y como la cita fluía y nos sentíamos muy cómodos, después de unos días, decidimos reunirnos de nuevo, y luego cada vez con más frecuencia.
Podría ser el comienzo de algo hermoso, y aunque algunos obstáculos en temas de distancia o festividades en el medio lo hacían difícil, hicimos todo lo posible para que no afectara a nuestra relación. Entre sorpresas inesperadas, mensajes de buenos días por las mañanas y canciones que parecían haber sido escritas para nosotros, todo fue genial.
Recuerdo perfectamente su primer cumpleaños juntos, ella pensaba que yo estaba de vacaciones en España, y aunque así era, reservé un vuelo un día antes para regresar a Londres y pasar el día con ella. «Hola cariño, ¿puedes mirar por la ventana?»»¿Me estás tomando el pelo de nuevo?» dijo ella. Aquella vez no fue una broma, realmente quería mostrarle que a pesar de la distancia y los diferentes estilos de vida que llevábamos podíamos hacer que funcionara.
A ambos nos gusta viajar, así que visitamos varias ciudades como Liverpool, Brighton, Edimburgo y también descubrimos un poco más sobre nuestra ciudad en particular del amor, nuestra encantadora Londres. Honestamente, las ciudades eran lo de menos, lo que importaba era la compañía … ¡y qué compañía!
Permanecer con ella hizo que perdiera mis miedos, y especialmente mi miedo a las alturas. Todo comenzó en un parque de atracciones. Ella había estado planeando durante bastante tiempo ir a un parque de atracciones. Siendo honesto no era mi imagen ideal para una cita, pero no iba a no disfrutarla por sólo mi miedo a las alturas. Un día ella dijo que había comprado las entradas así que obviamente, tuve que aceptarlo. Nos trajeron nuestros sándwiches, nuestras bebidas, así como mi miedo a las alturas =D, todo completo. Pero, ¿sabes qué? … ¡Me encantó! Quiero decir, ¡no me quería ir a casa! Debió haberme lanzado un hechizo.
Poco a poco, la relación se volvió más loca, más divertida, la confianza fue aumentando y la unión fue creciendo. Conoció a mi familia, con quien conectó perfectamente, y yo conocí a la suya. Presentaciones, nervios, nuevas personas, diferentes puntos de vista, ninguna de estas cosas fue un problema para nosotros, fueron como los trampolines para una relación aún más fuerte. Que a pesar de los momentos de enfados y algunas discrepancias, estoy seguro de que tendrá un final feliz.