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Hace doce meses que me gradué en la Universidad y como muchas otras personas de veintitantos años tenía miedo de mi futuro, no sabía que iba o quería hacer. Por primera vez en mi vida no tenía ningún plan. Entonces recordé que un día mi mentor mencionó algo llamado EazyCity. Me puse a investigar y decidí que podría intentar ser au pair. Envié todos los documentos necesarios que me pedían y esperé, pero la espera se me hizo eterna, estaba empezando a perder la esperanza pero al fin recibí un correo diciéndome que una familia había visto mi perfil y se había interesado por mí. La verdad que todo pasó muy deprisa, la respuesta me la dieron a mediados de diciembre y la familia quería que empezara la primera semana de enero en Cork, así que me puse las pilas, empecé a empaquetar y me despedí de mis amigos y familiares.
Para ser francos, los primeros días en Irlanda fueron difíciles. Era la primera vez que salía del país completamente sola, lejos de mi hogar, de mis amigos y familiares, el hecho de tener que hablar otro idioma y el vivir con extranjeros me asustaba. Recuerdo cuando mis padres me llamaban y me preguntaban “¿Seguro que no quieres volver?” Estaba nostálgica, por supuesto que quería, pero en su día tomé una decisión así que quería quedarme y demostrarme a mí misma que podía hacerlo y que el miedo no iba a poder conmigo.
La familia Murray fue muy agradable y servicial, ellos ya habían tenido otras au-pairs anteriormente así que ya sabían cómo llevar la situación. Tenía que cuidar a tres niñas de 2, 3 y 8 años de edad, cuatro días a la semana y durante el fin de semana con la niñera ocasional. Obviamente, no siempre eran paseos por el parque. La verdad que con los niños nunca se debe de esperar que todo salga perfecto, pueden haber percances. Como siempre le digo a cualquier persona que está interesada en ser au pair y me piden consejo, “si no estás motivado al 100% y no estas totalmente seguro de que es lo que realmente quieres hacer no debes elegir este tipo de trabajo.” Los niños pueden ser encantadores, cariñosos y muy divertidos, pero también pueden ser difíciles de tratar y tienen esos malos días en los que no quieren escuchar a nadie. Conozco muchas niñas que han sido au-pairs y he escuchado historias terribles, la verdad que he tenido mucha suerte de encontrar una familia tan acogedora como los Murray.
Durante mi estancia en Irlanda tuve la oportunidad de viajar por todo el país y visitar lugares increíbles que sólo había visto en televisión. He conocido personas maravillosas que me mostraron lo amables y hospitalarios que son los irlandeses. Aprendí, crecí como persona, probé cosas nuevas.
Ahora, mirando hacía el pasado, hace 10 meses, me cuesta creer que mi experiencia ha terminado. Obviamente me siento feliz por volver a mi hogar después de tanto tiempo, pero al mismo tiempo me siento triste. Echo de menos Irlanda, Cork, las personas que conocí allí, la familia. Pero estoy segura de que volveré, tarde o temprano, pero volveré. Ahora empezaré un nuevo capítulo de mi vida y espero que sea tan sorprendente y emocionante como lo fue el anterior.
Ser au-pair puede ser una experiencia increíble. Te da la oportunidad de salir de tu zona de confort, aprender o mejorar un idioma, explorar un país diferente y conocer nuevas amistades de diferentes países. No volverás a ser el mismo después de esta experiencia, pero esto no tiene que ser malo, en realidad puedes ser mejor persona y valorar más lo que tienes, esto siempre es algo positivo.