Parafraseando el título de aquel libro sobre dejar de fumar, es fácil vivir en piso compartido en Edimburgo… ¡Si sabes cómo! En esta entrada te cuento mis experiencias personales y, si me lo permites, te doy 10 consejos para vivir en piso compartido en Edimburgo.
MI EXPERIENCIA PERSONAL: LA BUENA
Reconozco que tuve mucha suerte. No es habitual encontrar una habitación maja en Leith (uno de los barrios más populares de Edimburgo) sin haber pisado aún suelo escocés. Contacté desde España con un chico que ofrecía su espacio durante un par semanas y ambos nos comprometimos.
Todo fue como la seda: el piso era bonito, el chico cumplió su palabra y mi compañera de piso era un encanto. Conectamos enseguida y la verdad es que, gracias a este buen rollo, las primeras semanas en un país nuevo se me hicieron más llevaderas.
MI OTRA EXPERIENCIA PERSONAL: LA MALA
En esta otra ocasión, casi todo resultó desastroso excepto la ubicación del piso, en un precioso barrio a las afueras de Edimburgo. Los problemas empezaron por el comportamiento de mi compañero, un señor de cierta edad acostumbrado a campar por sus respetos. Si a eso le unes que tenía mal carácter y peores hábitos…
La convivencia fue un desastre y lo peor fue que él incumplía todos y cada uno de los pequeños compromisos a los que llegábamos. Como ya habréis adivinado, me marché en cuanto pude.
CONSEJOS PARA VIVIR EN PISO COMPARTIDO EN EDIMBURGO
De mis experiencias he podido extraer varias conclusiones. Algunas pueden parecer perogrulladas a los que ya llevamos un tiempo por aquí, pero os aseguro que cuando no has vivido en un piso compartido en tu vida hasta lo más básico te pilla por sorpresa.
- Que todo sea legal: cuando estás recién llegado lo que te suelen ofrecer son “apaños”. Intenta salir de ellos lo antes posible. Son un nido de problemas. Recurre a landlords registrados (puedes comprobar si está registrado aquí), agencias o empresas de expatriados. Si la cosa se pone difícil, sé flexible y busca piso en las afueras.
- Respeta y hazte respetar: suena a spaghetti western, pero es necesario poner tus límites y aceptar los de los demás. No todos tenemos los mismos ritmos, gustos o necesidades de socialización.
- Trabaja la relación con tus compañeros: esto no quiere decir que te tengas que hacer su mejor amigo, pero créeme, no es positivo que ni os saludéis por las mañanas.
- Comunícate: ante la duda, háblalo. No hay nada peor que un piso compartido donde se están cocinando pequeños problemas de los que nadie habla. Se harán grandes y pondrán huevos, ¡no los dejéis!
- Llega a acuerdos y respétalos: si todos los puntos anteriores se complican, no queda más remedio que ser flexible y ceder en lo razonable. Y, sobre todo, ceñirse a ello. Nada mata tanto la convivencia como la desconfianza.
- Sé tolerante: está bien respetar los límites, pero a veces los demás simplemente se levantan con el pie torcido. No hagas siempre una montaña de un grano de arena y, si la relación en general es buena, se tolerante cuando el otro patine. Ante la duda, ve al punto 4.
- Comparte con gente afín: puede parecer la mayor obviedad de todas, pero he visto cosas que no creeríais… Al principio te será difícil, pero a la larga debes intentar compartir piso con gente con similares necesidades de ocio y socialización.
- El comodín de la llamada: si las cosas se tuercen de verdad, recurre al Citizen Advice Bureau o al PIE. Dentro de sus posibilidades, te ayudarán seguro.
- Relájate y relativiza: esta es la más importante. A veces las cosas no irán bien y no te servirá ninguno de los puntos anteriores. Que no cunda el pánico. Relájate mientras trabajas para remediar la situación. No te obceques en el conflicto y recuerda: ¡no hay mal piso compartido que cien años dure!
- Disfruta: con sus luces y sus sombras, vivir en un piso compartido es una experiencia única. Así que, ¡disfrútala!